Los mudras son gestos ancestrales que, empleados con sabiduría y constancia, ayudan a curar enfermedades, calmar dolores, sosegar el ánimo y aumentar nuestra vitalidad. Practicados junto a la meditación, apoyan y facilitan el camino espiritual de manera sencilla, auténtica y libre de cualquier doctrina.
Mano derecha: unir el pulgar, el dedo medio y el meñique, mientras el índice y el anular permanecen extendidos.
Mano izquierda: la falange del pulgar sobre la uña del índice.
Es recomendable practicarlo cuatro veces al día durante 4 minutos, o si se tienen molestias agudas, hasta que produzca el efecto deseado.
Este mudra actúa sobre todo cuando alguien que está delicado de la espalda se ha forzado a realizar algún trabajo físico, como la limpieza de la casa o cargar cajas. Está igualmente indicado para los que sufren de tensiones dolorosas tras un esfuerzo o por haber estado demasiado tiempo sentado en una postura incorrecta.
Los dolores de espalda pueden tener las más diversas causas. Desviaciones y desgastes los muestran casi todas las personas, pero no tienen por qué causar dolor. Los dolores también puede producirlos algún órgano enfermo cuyas vías nerviosas pasen por la columna vertebral. Los esfuerzos mentales continuos, los miedos, las comidas pesadas, la falta de sueño o el escaso ejercicio, también son posibles causas de dolor de espalda.
Este mudra actúa mejor en una postura que descargue la espalda (tumbado en el suelo, subiendo los pies a una silla). Mantén la barbilla un poco hacia dentro, para que la nuca esté recta y extendida. Esta pequeña tensión actúa sobre la espalda. En esta postura, transcurridos 20 minutos, las vértebras se han alimentado de manera óptima, y el metabolismo vuelve a estar a pleno rendimiento. Practica este ejercicio durante la pausa del mediodía en la oficina y no sufrirás dolores en todo el día.
Ten en cuenta que tus pensamientos influyen de manera muy directa, por lo que la imagen y la afirmación son fundamentales a la hora de adoptar esta postura.