Cada lunes, para comenzar la semana con inspiración, un precioso ‘Pensamiento simiente’ de la Fundación Ananta.
Hoy se nos habla del santuario interior, donde es posible comulgar con la belleza, la pureza y la luz.
Diremos que en la vida ajetreada y compleja de hoy no hay tiempo para encontrar ese santuario.
O también que ese santuario no existe, que no es más que una ilusión.
El santuario existe, pero sólo si se le visita y le frecuenta.
Al principio es un lugar extraño e incluso puede resultar artificioso entrar.
Pero poco a poco el lugar va adquiriendo su verdadera dimensión, hasta convertirse en un refugio, en un lugar sagrado.
En ese lugar se dan los encuentros con el Ser y con el Uno.
En el santuario podemos comulgar con la belleza, la pureza y la luz. Tan lejos, tan cerca. Tan a nuestro alcance si perseveramos.
«Los musulmanes cuando deben entrar en una mezquita se quitan su calzado y lo dejan en la puerta. Pues bien, esto es lo que debéis hacer de vez en cuando con vuestras preocupaciones: dejarlas fuera y entrar en vuestro interior para hablar con el Señor, con los ángeles. ¡Cuando salgáis, proseguid con vuestras preocupaciones, si os apetece! Hay personas de las que uno tiene la impresión de que no pueden vivir sin preocupaciones, es necesario que se atormenten. Pues que se tranquilicen porque siempre habrán preocupaciones y penas para ellas, nunca les faltarán. ¿Por qué no intentan olvidarlas de vez en cuando? Aunque se lamenten de ello, se diría que para estas personas la vida debe estar hecha de preocupaciones, de conflictos, de malentendidos. Pues bien no, precisamente éste no es más que un grado inferior de la vida, esto no es la verdadera vida. La verdadera vida es dejar a un lado todo lo que es negativo y entrar en vuestro santuario interior para comulgar con la belleza, la pureza y la luz.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta
UN MUNDO, UNA HUMANIDAD
ONE WORLD, ONE HUMANITY