Algunos estudiosos europeos quedaron, en su primer contacto con la India, profundamente impresionados con la sabiduría, amplitud y elocuencia de la filosofía védica. Escribe Juan Carlos Ramchandani. Ilustración: Hari.
En España no se conocen documentos que atestigüen el estudio del sánscrito durante el reinado de Fernando VII (muerto en 1833). Sería durante los últimos años del reinado de Isabel II (de 1860 a 1868) cuando aparecen las primeras traducciones de textos sánscritos al castellano. El profesor Leopoldo Eguilaz Yanguas tradujo dos episodios del Ramayana y del Mahabharata, publicados en 1861 en la revista El Defensor de Granada. En 1863, en Madrid, Tomás Rodríguez Pinilla pronunció su discurso de 31 paginas titulado: “Carácter propio de la civilización oriental índica y de sus relaciones con la llamada indoeuropea o indogermánica”.
En la Universidad de Zaragoza se inició el “Primer curso libre de Sánscrito” (1869-1870) por el profesor Julián Pastor Rodríguez, que contó con la asistencia de ocho alumnos. Francisco García Ayuso es considerado por muchos como el mejor sanscritista de la época; se había formado con los indólogos alemanes. Impartió clases de gramática sánscrita en la Universidad de Madrid (1871 a 1873) y en la misma época en el Ateneo de Madrid dirigió un curso sobre “la filología en su relación con el sánscrito”. García Ayuso publicó en 1874 en la revista España varios textos del poeta indio Kalidasa como Vikramorvasi y un año más tarde Shakuntala, además de una transcripción de las voces sánscritas (1877).
En 1876 la Universidad de Madrid crea la primera cátedra de sánscrito; no se saca a concurso, y se le entrega al diplomático de profesión Francisco Rivero Godoy (que no era experto en sánscrito) en detrimento del profesor García Ayuso, que estaba mucho mejor formado pero que contaba con muchos enemigos entre la clase política y universitaria de Madrid. A pesar de las airadas protestas de García Ayuso y alguno de sus seguidores, el 3 de marzo de 1877 Godoy tomó posesión de la cátedra. García Ayuso se retiró de la enseñanza del sánscrito en la universidad y comenzó a dar clases particulares en el número 12 de la Calle Capellanes de Madrid (hoy Maestro Victoria); la mensualidad por las clases en días alternos eran de 25 pesetas. El primer catedrático de sánscrito por oposición fue Juan Gelabert Gordiola, sucediendo a Julio Berriz do Seixo (que tuvo la cátedra de 1881 a 1883). En 1891 apareció la traducción del Khandogya Upanishad (Chandogya Upanishad) del profesor Francisco de Montoliu y Togores.
José Alemany Boluiter publicó en 1894 su traducción del Kama-sutra, reglas del amor, que creo cierto revuelo en la época, y al siguiente año publicó el Hitopadesa, que subtituló como “Provechosa enseñanza”. En 1896 Alemany publicó su traducción de la Bhagavad-gita (a la que tituló “Poema Sagrado”). Ese mismo año J. Roviralta Borrel publicó su traducción de la edición de la Bhagavad-gita de la Sociedad Teosófica, a la que tituló “El Canto del Señor”, siendo ambas las primeras ediciones de la Gita en castellano que se conocen.
El final del romance
Las reacciones primeras de los estudiosos europeos, sin considerar las parcialidades, son testimonio del placer intelectual que significa el encuentro con los Vedas. Pero las brisas de aprecio que barrieron el continente europeo no duraron. Después de todo, la corona británica tenía grandes intereses en la India, con inmensas consecuencias para el estudio de su pasado.
Fueron principalmente los intelectuales británicos que residían en Calcuta los que prendieron el entusiasmo europeo por la India. Sin embargo, en su propia patria, el interés fue más modesto. Algunos intelectuales de la Gran Bretaña quedaron encantados con la antigua sabiduría de la India: su sánscrito, astronomía y geografía. Algunos incluso trataron de encontrar ciertas conexiones entre la antigua India y los celtas. Pero la atracción no duró debido al poder de la política de intereses.
Pero el ardor de Inglaterra pronto se vino abajo. Gran Bretaña no pudo, o no quiso, ser el impulsor de tal renacimiento. Por lo tanto… los victorianos importaron sus mejores trabajadores de las universidades alemanas… Fue el caso de Max Müller, nacido en Dessau en 1823 y fallecido como profesor de lingüística comparada en Oxford en 1900. En última instancia, Inglaterra dio la bienvenida a más orientalistas de los que había visto nacer en su propio suelo.
A finales del siglo XIX y principios del XX, casi todas las actitudes favorables de los estudiosos occidentales hacia el conocimiento védico quedaron en nada. Ninguna India independiente nacería del conocimiento del sánscrito. El objetivo británico, explícito e implícito, era erradicar toda noción de que la India tuvo algún conocimiento en la remota antigüedad. Efectivamente, para imponer su colonización de un país tan inmenso con unos pocos miles de hombres, Inglaterra se esforzó por intentar mostrar continuamente la superioridad del “hombre blanco” sobre los “salvajes”.
Afortunadamente ese interés por la India, su filosofía y su cultura renació en los años sesenta del siglo XX y sigue en un avance imparable en este siglo.
Quién es
Es sacerdote hindú (purohit), maestro de yoga (yoga-acharya) Doctor en filosofía clásica de la India. Autor de 10 libros y numerosos artículos sobre en prensa y revistas.