Y cada momento de su vida puede ser genial. Esto no significa que todos los niños pueden pintar como Dalí, componer como Vivaldi o sacar un 160 en un test de inteligencia. Pero cada niño es un “genio” de acuerdo con el término original de la palabra: “alumbrar” (en relación a la génesis) y ser “entusiasta, vivo y alegre” (en relación a la palabra “genial”). Por Koncha Pinós-Pey para Espacio MIMIND.
El genio es aquel que da a luz la alegría de sí mismo, y el que realiza ese proceso se llama niño. Todos los niños nacen con esa capacidad. Cada uno llega al mundo con curiosidad, vitalidad, flexibilidad, espontaneidad, sinceridad y ganas de explorar -todas las cualidades que hacen que un genio sea un genio-. Un niño tiene el doble de conexiones cerebrales que un adulto. Los jóvenes y los niños dominan un sistema de códigos y signos sin adiestramiento formal alguno, como el lenguaje no verbal. Los niños pequeños son fenomenales, tienen una imaginación intensa, son mentes creativas y personalidades libres y sensibles.
Estos rasgos valorados en el contexto de una perspectiva evolutiva van evolucionando cuando se hacen jóvenes y más tarde adultos. Lo interesante es que nosotros, como padres y educadores, debemos ayudar a preservar estas características geniales de los niños a medida que van madurando hacia la edad adulta, para que puedan más tarde formar parte de la cultura global.
Pero la cruda realidad es que hay grandes fuerzas que impiden a los niños plasmar sus cualidades de genios en la casa, las escuelas y la sociedad. Factores determinantes como la pobreza, la depresión, el estrés del medio, hace que los niños tengan que ser adultos antes de tiempo, y/o que adopten ideologías o pensamientos rígidos basados en el miedo, la indefensión el odio a la diferencia, fruto de haber sometido en la edad temprana sus cualidades geniales (la alegría, la creatividad, el asombro).
Las escuelas también son escenarios que frenan la infancia a través de él etiquetamiento, el juicio -frente a la capacidad o no: puede ser un TDAH, un niño movidito, o quien sabe qué…-, los maestros aburridos o poco motivados, la excusa del curricular.
Los medios también reprimen el genio de nuestros hijos a través de una constante exaltación de la violencia, la mediocridad, la ignorancia y los modelos de separación basados en la competitividad.
Cómo estimular a los pequeños genios
Lo bueno es que hay muchas cosas que podemos hacer para ayudar a nuestros hijos y alumnos a que “despierten su genialidad”. En primer lugar, los adultos tienen por sí mismos que despertar en sí mismos su genio interior, evitando así hacer transferencias que inhiban el desarrollo del genio de su hijo.
En segundo término, el adulto tiene que activar, mediante el uso de actividades sencillas, el talento del niño. Pensemos en algo tan simple como la metáfora de las migajas de pan de Hansel y Gretel: ir dejando rastros que motiven el conocimiento y la exploración implícita en el día a día del niño.
En tercer lugar, hay que introducir a los niños en “ambientes nutritivos” tanto en el hogar como en la escuela, el parque o los escenarios donde los niños puedan “ser libres” y aprender sin sentirse comparados, presionados a tener éxito, evaluados o criticados. Hemos de tratar a cada niño como un regalo maravilloso para el mundo, para poder entender que cada uno será un genio de una manera totalmente diferente de otro niño en el futuro.
Olvidaros de los tests, de medir la inteligencia, de las evaluaciones… El uso de modelos como la teoría de las inteligencias de Howard Gardner puede ayudar enormemente a los niños a tener éxito por lo que son realmente, y no por lo que nosotros queremos hacer de ellos. Seguir estos pasos sencillísimos puede hacer despertar el genio natural del niño o impedir que se pierda; estaréis sin duda contribuyendo enormemente al bienestar psicológico del niño y del mundo que un día heredará.
Por Koncha Pinós-Pey