Su taller «Navetierra», un viaje por el cosmos que nos hace conectar con nuestra verdadera naturaleza, se ha introducido en el mundo del yoga para enseñarnos con imágenes reales y actuales lo que los yoguis intuyeron hace cientos de años. Es apasionante hablar de consciencia y Universo con Juan Carlos Escanciano.
Ingeniero informático, psicólogo, astrofísico, un buceador en las profundidades del ser y la consciencia. Dejó la ingeniería para buscar en la meditación, el zen, el taichí, el shiatsu, el yoga. Luego optó por estudiar Psicología, trabajó en la Escuela de Granada, acreditado centro de psicoterapia dirigido por el Dr. Julio Herrero. “Es un camino hacia una consciencia transpersonal que me atrajo poderosamente y fue una influencia importante para mí”.
Luego hizo un máster de Astrofísica. “Quería saber hasta dónde había llegado el ser humano en la exploración externa a escala cósmica. Ahora tengo una mezcla de un enfoque humano transpersonal, de consciencia más allá del individuo, y una formación científica más orientada hacia la observación y la medición externa, y trato armonizar ambas”.
Juan Carlos Escanciano diseñó unos talleres, «Navetierra», en los que muestra proyecciones del Universo en películas de creación propia en alta definición, recopilando horas y horas de material de la NASA, satélites espaciales, telescopios como el Hubble, pero editadas en un orden preciso y con una sensibilidad muy especial que le ha llevado dos años de trabajo.
¿Cómo surge en ti la idea de los talleres «Navetierra»?
En la Escuela de Granada hacíamos un trabajo de imaginación dirigida que trataba de visualizar la Tierra desde fuera. A raíz de eso se me ocurrió que por qué no utilizar el apoyo de material visual para verlo en su existencia real, y que sería muy bonito facilitar ese viaje para luego trabajarlo internamente. Y es que es muy difícil imaginar que existe todo eso que existe hasta que uno no lo ve; es difícil de imaginar la dimensión de una galaxia.
Vi que había material, y que como informático podía manejarlo y como persona interesada en algo trascedente podría unir el trabajo interno con esa ayuda externa para hacer algo riguroso desde el punto de vista científico pero con un enfoque totalmente diferente al que se suele dar al asunto.
¿Podemos entender el Universo?
No hace falta entenderlo en términos racionales. Lo más importante es que resuene con algo que está en nosotros y que es eterno. Y ese es el objetivo de mis talleres: crear las condiciones para que los asistentes abran su receptividad. Son viajes al Universo, a una dimensión cada vez más grande. Es un poco como el viaje que hacemos en la vida: pasamos de un sitio físicamente muy reducido como es el vientre materno y luego vamos expandiéndonos físicamente; primero exploras la casa y la familia, luego el barrio, la ciudad, viajas a otros países… Y llega un momento que tenemos consciencia de vivir en un planeta y de que formamos parte de algo mucho más grande. Es decir, el ser humano pasa de la no consciencia a tener una idea de sí mismo, del mundo y del Universo. Yo trato de seguir ese camino hasta donde nos ha llevado la escuela, la vida, para ir un poco más allá. Y aunque ahora no podamos explorar el Universo físicamente por nosotros mismos, si en imágenes, en película.
Los dos mundos, el científico y el del interior de las personas, en realidad son ciencia, ¿no?
Lo que llamamos ciencia solo es una parte de la ciencia. La ciencia interna es parte de la ciencia, y el yoga es ciencia interna. El lenguaje crea barreras mentales que son conceptos y que en la realidad no están separados. El Universo no está separado en compartimentos; nosotros somos los que compartimentamos porque el cerebro está más cómodo manejando poca información y categorizando las cosas.
¿Los descubrimientos científicos sirven para hacernos más felices a las personas?
Aportan tecnología, que es lo que más se ve, su supuesto poder de fabricar aplicaciones. Pero se explora muy poco de la capacidad de la ciencia de despertar sensibilidad, consciencia. para llegar al fondo del ser humano. Es decir, qué consecuencias filosóficas, culturales, psicológicas, y qué inspiración pueden aportar los descubrimientos científicos a los seres humanos en su vida cotidiana.
¿Cómo se relaciona la ciencia con el yoga?
La ciencia nos presenta al Cosmos como un objeto de observación separado de las personas. En general estamos en un estado de consciencia que crea un yo aislado del resto. Yo observo el Universo, pero tanto el Universo como yo somos partes de una sola cosa. Esa disolución del observador y lo observado en una sola entidad que se observa a sí misma es meditación, y tiene también que ver con la ciencia.
La ciencia parte del intento del Universo de conocerse a sí mismo, lo mismo que el yoga es un intento de conocerse a uno mismo a nivel humano. Hay maestros de yoga o de Vedanta que animan a buscar el camino dentro, en vez de fuera. Pero yo animo a trabajar en la hipótesis de que también observar algunos aspectos del exterior ayuda a mirar dentro de uno mismo.
Si miramos el Universo de una manera abierta y sencilla, se puede despertar un instante de conexión, un flash de conciencia, un atisbo de lo inmenso, que te hace cuestionar cosas en tu mente. Y de ahí puedes tomar algo para desarrollar o iniciar un trabajo interno.
¿Por qué observar las estrellas puede regalarte una revelación?
Porque somos restos de esas estrellas que se miran a sí mismas. Aunque estén lejos, no son algo ajeno. Nosotros somos eso observándose. Si yo puedo transmitirlo con mis talleres, quizás en alguien despierte una chispa de algo trascendente.
Esa unidad del Universo con uno mismo resuena en el cerebro y en todo el organismo cuanto se hace este trabajo de contemplación. El Universo nos ha creado para observarse, de alguna manera, y eso es muy profundo. Quién soy yo, qué es el yo… todo eso va dirigido a cuestionar la estructura de nuestra mente. Porque es el origen de todos los problemas en este mundo.
¿Cómo reaccionan las personas que asisten a los talleres «Navetierra»?
A cada persona esa conexión con el Universo les sugiere algo diferente, o sea que hay tantos universos como observadores. Tras el visionado de las imágenes hacemos una meditación en común y luego expresamos lo que cada uno ha percibido. Ese trabajo de grupo me parece muy importante porque se produce una energía combinada que es más que la suma de energías. Y es que es un grupo humano que está compartiendo una experiencia de consciencia, que es muy difícil de compartir y de expresar en otras ocasiones porque no hay foro para hacerlo.
¿Contemplar el Universo te hace dar otra dimensión a tus problemas?
Te ayuda a relativizarlos, a verlos en su dimensión real, que ínfima a escala cósmica. Esto no es magia ni tiene que ver con la parte digamos astrológica, en la cual se trata de buscar la influencia de planetas, alineaciones, posiciones en nuestra vida cotidiana. Yo trato de cómo puede transformar la mente, a un nivel profundo, observar y tomar consciencia de esas experiencias cósmicas y de uno mismo. En realidad, mis talleres son la puerta de entrada a grupos de trabajo sobre nuestra mente, la consciencia y la repercusión de lo que existe en nosotros.
Nos observamos con una perspectiva muy limitada, ¿no?
Sí, una perspectiva de la existencia que tiene un centro, el ego. Una mente estructurada de esa manera tiende al miedo, y a partir de ahí surgen todos los mecanismos de defensa y compensación de ese miedo. Se puede cuestionar la raíz de ese miedo, que es el yo, de muchas maneras. Y la que yo propongo es situar ese yo en un contexto mucho más amplio, ayudándote a cuestionar quién eres realmente.
Todos somos parte de una cadena de evolución que no es personal. Es como la ola en un campo de fútbol: si tú te levantas solo te ves a ti. Pero si estás a suficiencia distancia, ves la ola. Un acto humano puede no tener trascendencia, pero si todos lo hacen y lo transmiten, toma una dimensión y un sentido diferente. Cada granito de arena personal es un esfuerzo de la consciencia por despertar y por transformar este mundo.
¿Crees que esa ola de consciencia hacia el despertar está creciendo, como queremos ver?
Yo creo que tímidamente, pero algo sí se está moviendo. Pero al mismo tiempo la estructura de la mente humana egótica se resiste a abandonar su patrón y se está reforzando el esquema del ser humano como animal competitivo. Mientras que cada día crecen los centros de yoga, taichi, meditación, talleres de todo tipo, al mismo tiempo el mundo se hace más competitivo, más duro, las relaciones sociales están empeorando, crisis política, corrupción. No parece que si hay algún cambio vaya a ser fácil ni suave.
El ego como estructura evolutiva, ¿hacia dónde va? ¿Puede seguir creciendo sin amenazar la propia supervivencia del ser humano?
Somos 7.000 millones de seres humanos, y hay un límite físico, ya no es cuestión de que queramos o podamos, sino de que nos vamos a ver obligados a cambiar. Un planeta como la Tierra no soporta 10.000 millones de seres humanos compitiendo.
Es llamativo que el ego, que ha servido para preservar la vida, se esté convirtiendo en un enemigo de la supervivencia.
La estructura que te protege, más adelante te ahoga. El útero es absolutamente imprescindible para la supervivencia durante nueve meses, pero morimos si salimos de él antes o después. Toda la historia de la vida está contenida en nosotros, pasamos por todos los estados de la evolución, y cada fase es al mismo tiempo protección durante un tiempo y obstáculo a partir de un cierto momento. El pensamiento es muy categórico, lo quiere ver todo bueno o malo, pero la dinámica de la evolución es más compleja, y lo que en un momento es vital, en otro es mortal. Y hay que ser flexibles para aceptar esto y ver que, en efecto, el ego es una estructura determinada que ha tenido unas funciones y que ahora debe moverse en otra dirección.
No va a haber más remedio que evolucionar. La humanidad ahora, como el bebé que está a punto de nacer, tiene dos opciones: salir y empezar una nueva vida o involucionar y quedarse ahí, porque estamos llegando al límite físico de nuestro útero, que es la Tierra.
En esta nave que es la Tierra ya no cabemos más… Pero ¿cuál sería la solución?
El esquema actual está basado en el crecimiento y la competición, y eso solo es posible mantenerlo hasta que llegas al límite del planeta. La Tierra da para comer a todos pero no da para la codicia de todos; es imposible mantener a 10.000 millones de seres codiciosos. Tiene que haber una nueva armonía para que tantos nos podamos organizar.
La inteligencia cósmica ha organizado muchos más millones de células en el organismo humanos que seres hay en la tierra, haciendo que cada una sea consciente de su entorno. Porque si una célula intenta hacer individualmente lo que quiere (piensa solo en sí misma), aparece un cáncer. Ese esquema de solo yo y mi descendencia no vale si quieres generar un organismo complejo. La continua búsqueda de la codicia y el placer es comparable a esas células totalmente ignorantes de su entorno que quieren reproducirse siempre y que generan cáncer. O evolucionamos o involucionamos, pero la dinámica del sistema no permite estancarse porque le crecimiento de la población nos está llevando a una encrucijada.
Proyecto «Navetierra» y el yoga
Juan Carlos Escanciano conoce a Violeta Arribas, fundadora de Padmasana Center, a través de un amigo común. Y ella se convierte en su principal mentora en el mundo del yoga. “El encuentro con Violeta ha sido vital para que el proyecto «Navetierra» conectara con públicos a los que no sabía cómo llegar, como los alumnos y profesores de yoga. Y ha funcionado a la perfección. Evidentemente, las personas que miran hacia dentro están más abiertas a mirar hacia fuera, su corazón es más abierto, su mente más flexible, Y eso se nota”
Próximo encuentro con Juan Carlos Escanciano
Retiro de Astronomía, Senderismo y Yoga en Asturias, Valle de Quirós.
Tres marchas en plena naturaleza. Dos talleres sobre astronomía y dos proyecciones exclusivas en HD y pantalla gigante sobre nuestra galaxia y el Cosmos. Durante las noches, salida al exterior para explorar el cielo nocturno, sus constelaciones y familiarizarnos con ellas.
El retiro incluye tres talleres de yoga con un total de 4 horas para la práctica de asanas, pranayama, meditación y nidra yoga.
Precio: 299 euros.
Conducen el retiro: Violeta Arribas, profesora de doga y meditación y directora de Padmasana Center y Juan Carlos Escanciano, máster en Astrofísica, psicólogo y director de NaveTierra.