Entrevista a Ramón Marpons: «Mejorarme para mejorar el mundo; sin eso, no hay yoga»

2013-03-21

“En el yoga a veces da la impresión de que estando nosotros bien, ya hemos conseguido el objetivo. Yo creo que no”. Para Ramón Marpons “si nos quedamos con el trabajo personal sin proyección social, creo que estaremos falseando el yoga”.

Marpons

Ramón Marpons es profesor de yoga y presidente del Comité Pedagógico de la AEPY (Asociación Española de Practicantes de Yoga). Ha estudiado con maestros como T.K.V. Desikachar (estuvo en dos de sus ponencias y utiliza su trabajo), hijo de Krishnamacharya, con André Van Lysebeth y su alumno directo Jaume Chalamanch, con Babacar Khane… Pero su maestro más apreciado es Enric Boada, veterano profesor de yoga, de zen y pionero activista en defensa de la ecología y el decrecimiento económico (autor de Cuando morir sea una fiesta. Contramanifiesto para el tercer milenio, Icaria).

“Empiezo a practicar yoga en el centro de Enric Boada -nos cuenta Ramón Marpons-, un personaje que sigue siendo mi maestro después de 40 años. Yo llevo 30 años practicando yoga, pero Enric diez años antes no hablaba de yoga pero sí de cosas muy importantes cuando uno es joven: de cómo orientar la vida, de lo que es fundamental y lo que no, de cómo debemos tratar el tema de la religión. Un día, cuando necesité el yoga, dio la inmensa casualidad de que me enteré de que esa persona que había marcado mi vida y abierto una percepción más amplia, tenía un centro, y me aceptó para las primeras prácticas”.

Tras las tres horas que duró su primera práctica, cuando salió Ramón vio clarísimo que había encontrado lo que necesitaba. “Y a partir de ir, fui avanzando. Enric Boada es también profesor de meditación zen, con lo cual todo, el yoga, la meditación, la salud, va confluyendo y me va haciendo ver que podría dedicarme a esto. Así que dejo de trabajar de maestro y paso a formarme con la AEPY”.

¿Cómo fueron tus primeras experiencias como profesor?
Primero tienes que encontrar los medios, los métodos, las prácticas que te ayuden a hacer un camino de autoconocimiento. Cuando entras en el yoga hay tantas vías, tantas posibilidades, que no es fácil. Yo conocí el yoga a través del embarazo de mi mujer, que se preparó para el parto natural a través del yoga, Hasta pasados cinco años no empecé a practicar, y lo hice porque enfermé y me dijeron que a lo mejor el yoga podía ayudarme. Y, efectivamente, me ayudó tanto que sin el yoga ahora dudo que hubiera podido mantener un cierto equilibrio.

Finalmente, llega el día en que te pones frente a los alumnos y te das cuenta de que la mayoría van a clase por cuestiones puntuales, a veces secundarias, y les tienes que hacer ver que el yoga es un trabajo de toda tu persona. No es fácil. En una semana me junté con una persona que quería conocer el yoga porque estaba embarazada de siete meses, otra que sufrió un infarto y estaba bastante minimizada; al mismo tiempo yo daba clases a otros alumnos muy diferentes, más dos clases semanales en un centro para jubilados. ¿Cómo encajas todo eso si no tienes una base personal muy concreta?

¿De qué base personal ha de partir un practicante que quiere hacerse profesor?
Se trata de saber dónde estás, qué te van a pedir los alumnos, sin olvidarte que antes de ser profesor debes haber hecho un trabajo personal muy profundo. Se habla poco de la sadhana del profesor de yoga. Alguna vez se debería de tener la valentía de explicar cuál debe ser su sadhana:¿qué crees que es lo básico que hay que transmitir del yoga? Si no lo tienes claro, a menudo el resultado no será el deseable.

¿Y cuál es tu sadhana, como especialista en didáctica del yoga?
Parto de los Yoga-sutra de Patañjali. Sutra 29 libro II, ashtanga yoga, los ocho componentes del yoga. Para mí en este bloque está todo el yoga, y para llegar a un equilibrio hace falta desarrollar todas estas partes. Si el yoga ha de ser la base de la sociedad que tenemos que construir, es imprescindible que revisemos Yama y Niyama y veamos qué es lo que da de sí en el mundo actual. No podemos seguir interpretando los Yamas y Niyamas como se ha hecho toda la vida.

Los retos de hoy en día son otros, y debes tener la voluntad y capacidad de revisar qué es lo que toca hacer (y aquí hay que introducir el gran principio de ahimsa). No es lo mismo una sociedad de castas, cerrada, como en la India antigua, que nuestro mundo abierto en que cada cosa que hacemos tiene repercusión en otra parte del planeta. No puede ser lo mismo. Hay que tener la valentía de, partiendo de los mismos principios, aplicarlos como corresponde hoy día.

En contra de algunas maneras de entender el yoga diríamos más contemplativas, tú ves que hay que desarrollar una acción en la época y lugar que nos ha tocado vivir. No solo mirar hacia dentro sino también hacia afuera.
Totalmente de acuerdo. Si preguntas a la gente por sus objetivos en el yoga, te dirán: necesito parar mi pensamiento caótico, necesito relajarme, necesito encontrarme bien físicamente… Si nos quedamos con el trabajo personal sin proyección social, creo que estaremos falseando el yoga. El yoga nos sirve para estar mejor y equilibrarnos, pero será para estar mejor en el mundo.

Esto creo que lo tienen más claro desde el budismo, porque buscan superar el sufrimiento, pero no solo el propio, también el de los demás. En el yoga a veces da la impresión de que estando nosotros bien, ya hemos conseguido el objetivo. Yo creo que no. Eso lo encontramos en los grandes maestros, que sí se preocupan por el mundo en el que se mueven y han dedicado su vida no solo al trabajo personal imprescindible para poder tener una visión global más objetiva, para superar los condicionamientos. Esa visión objetiva del mundo te tiene que llevar a ver que ese mundo está mal organizado, mal repartido, que hay injusticias enormes y que podrías hacer algo desde esa visión tuya un poco más, se supone, objetiva. Si no hay esta segunda parte de acción, para mí el yoga deja de ser yoga. Mejorarme para poder mejorar lo de fuera: ese es el yoga.

Has colaborado junto con Mariá Corbí, Vicente Merlo, Bhakti Das y Marta Granés en el libro La diversitat del ioga. La riquesa d’una tradició mil•lenària (Viena Ediciones).
Cuando me propusieron colaborar en este libro, me costó un gran trabajo llegar a elaborar la parte teórica, que era la dedicada al hatha yoga. Podríamos remontarnos a tiempos muy antiguos: el Hatha Yoga Pradipika. Yo me he basado en autores modernos que ya han hecho su síntesis y se han aplicado a la enseñanza de gente occidental con nuestras limitaciones y nuestra filosofía. Porque si partimos de la filosofía de la India, ni la hemos integrado suficiente ni la entendemos como para transmitirla. Creo que no siempre hay que partir de la filosofía india, al contrario. El movimiento de la Unión Europea de Yoga, que tiene más de 40 años de existencia, ya tenía la visión de que estamos transmitiendo yoga a occidentales, y por tanto toda esta visión teórica tiene que ser otra, no puede ser un calco de la que proviene de la India. Ni siquiera la práctica, porque coges un libro de posturas avanzadas y te das cuenta de que eso aquí muchas veces no es posible porque hay personas que ni siquiera pueden sentarse sin tener la espalda corvada.

Como presidente del Comité Pedagógico de la AEPY, ¿qué opinas sobre la calidad de la formación de profesores en España?
Me siento cómodo con estar formación de la AEPY de cuatro años, 500 horas lectivas y muchas más de prácticas. No me creo una formación  de un profesor de yoga de tres meses. Habría que diferenciar entre preparar a alguien en dos años para ser un buen monitor de yoga (que dirija, por ejemplo, clases de hatha yoga) de un buen profesor, si partimos de que éste pretende un autoconocimiento.

El profesor de yoga ha de saber de todo: filosofía, psicología, anatomía, fisiología, salud, didáctica… y sobre todo yog. Esto es imposible no solo en dos años sino en diez. Como todo en la vida, ha de haber unos mínimos. ¿Se puede formar en dos años? Sí, pero para poder hablar de un profesor que se enfrente con todo tipo de alumnos y problemas necesita más tiempo, pero yo no voy a poner límites, que los ponga otro.

Por suerte, la mayoría de los profesores de yoga son conscientes de estos problemas y no paran de hacer cursos y conocer nuevas experiencias en lo que les gusta, en lo que creen que tienen un déficit o para irse especializando. Al final es cuestión de responsabilidad y coherencia.

¿Queréis compartir?

El Comité Pedagógico de la AEPY ha puesto en marcha grupos de trabajo destinados a compartir experiencias, trabajos, recursos y bibliografía entre los afiliados que estén interesados y que realicen labores específicas dentro del yoga en los campos de: tercera edad, meditación, educación, salud.

“Deseamos -dice Ramón Marpons- dar apoyo a todas las personas de la asociación que deseen investigar o aportar sus vivencias al colectivo de profesores y estudiantes de yoga.

Desde el Comité Pedagógico estamos convencidos de que compartir es enriquecedor no solo para los que realizan este trabajo, sino que se beneficiarán todos los integrantes de la AEPY, logrando así un tejido asociativo más vivo, abierto y participativo.

“Si tienes ‘gusanillo’ para participar, se precisa ser miembro de la AEPY, tener intereses en uno de los temas existentes y contar con la aceptación del grupo de trabajo”.

Actualmente están formándose grupos de trabajo sobre yoga y educación, pedagogía y didáctica, investigación científica, yoga en prisiones, Yoga-sutras de Patañjali, arte y creatividad, salud, meditación y espiritualidad.

Más información: http://www.aepy.org