Seguimos la sección de Asanas con Paschimottanasana, la Pinza o extensión posterior. Nos guiamos esta vez por el texto del libro Aprendo Yoga, de André Van Lysebeth. Ejecuta: Raúl Torres, profesor de la Escuela Internacional de Yoga. Fotos: Thor Castro.
Postura de partida: coloca los pulgares detrás de las rótulas, los otros dedos bajo la rodilla, los codos cerca del cuerpo (importante). Acercar la frente lo más que se pueda a las rodillas, de manera que al llevar los brazos hacia atrás la nariz se acerque al ombligo; contraer el abdomen para acentuar la curvatura y el estiramiento de la parte superior de la espalda. Respirar cinco veces a fondo en esta postura.
Soltar las rodillas, llevar las manos a lo largo de las tibias y cogerse los dedos de los pies; después, con una tracción lenta y continua, atraer el pecho hacia las rodillas. En el estadio final, respirar profundamente de cinco a diez veces. Durante el ejercicio, la espalda debe estar tan relajada y descontraida como sea posible. El movimiento se realiza con la ayuda de la musculatura abdominal.
(Para los principiantes: para que el asana sea perfecta, las piernas deben estar rectas y permanecer contra el suelo, pero si al principio resultara imposible, pueden doblarse ligeramente las rodillas, ya que esto afecta poco a la curvatura de la columna vertebral)
Errores
He aquí los errores más frecuentes:
- levantar la espalda antes de que las manos hayan tocado los muslos, porque de esta forma la columna se desenrolla mal;
- cuando se han cogidos los tobillos, para atraer la frente hacia los pies, hacer movimientos a tirones y repetidos como en gimnasia.Esto impide que la espalda permanezca pasiva, desconectada; es mejor bajar menos pero sin sacudidas;
- doblar las rodillas;
- en la fase de regreso, dejarse caer al suelo sin desenrollar la columna.
Efectos benéficos
Los efectos proporcionados provienen de la compresión del abdomen contra los muslos, mientras que la contracción del cinturón abdominal tonifica las vísceras. El estiramiento de la parte inferior de la espalda estimula el ortosimpático pélvico y su antagónico, el parasimpático pélvico, lo que repercute en toda la actividad orgánica abdominal. Esta asana elimina la grasa superflua del vientre y el dorso.