Pasados muchos años he vuelto a ver Sexo, mentiras y cintas de vídeo, la película de Steven Soderbergh. La trama de pequeños y grandes engaños e intereses de cada uno de los cuatro protagonistas va liberando a los otros de sus propias trampas vitales. Escribe Pepa Castro.
No hay nada mejor que tener una arpía como hermana, enrollada con tu marido cínico e infiel, para que te espabiles de tu cómoda candidez cuando la vida te coloca delante un traumatizado y atractivo amante.
En fin, lo que quiero decir es que el ejemplo de los buenos maestros es excelente, pero nada mejor para obligarnos a evolucionar que los malos, que nos curan del exceso de ingenuidad, nos descubren lo que no queremos ser y nos empujan a seguir en el camino de búsqueda.
La buena noticia es que los malos maestros abundan.
No somos ángeles ni seres realizados la mayoría, y mejor así porque si no este camino terrenal sería beatíficamente aburrido. En cuanto nos juntamos dos seres humanos, empezamos a trabar una madeja de medias verdades, medias mentiras, silencios interesados, intenciones, juicios, expectativas e interpretaciones que tienen como fin, quien mas quien menos, arrimar el ascua a la propia sardina. Al menos mientras vamos desprendiéndonos de condicionamientos, en el camino de abandonar estos cuerpos algo mejores de lo que fuimos.
El mundo del Yoga no es diametralmente diferente en ese sentido, ni puede serlo (aunque la verdad es que creo que mejora bastante la media). También aquí hay egocéntricos, ambiciosos, guardianes de la verdad y cantantes de milongas védicas. Y también muchísimas otras personas que ni lo son ni pretenden serlo.
En concreto, el asunto de la cualificación profesional «oficial», con seguidores y detractores, en un mercado competitivo en el que cualquiera vende títulos de profesores a discreción, está enrareciendo mucho el ambiente y generando tensiones. Creemos que no estaría de más que surgieran voces expertas independientes con deseos de contribuir a aclarar ideas respetando las de los demás, y desde aquí nos brindamos a cederles espacio.
Desafío candente
Lo que no haremos desde Yoga en Red, medio independiente, es atizar el fuego de la crispación ni de la división. Pensamos, que las descalificaciones descalifican sobre todo a quienes las pronuncian. Confiamos en el criterio y el sentido común de los practicantes, que seguirán siempre el ejemplo de los buenos maestros -expertos, honestos, trabajadores, modestos, sensatos- aunque probablemente aprenderán lecciones más rotundas de los malos.
Finalmente, todo pende de las conciencias. Acabamos con reflexión de Eduardo Galeano:
«Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres».