Según la tradición hindú existen tres modos de llegar a lo Real: 1. Por la presencia de los sabios o seres realizados, sat sang. 2. Por el estudio de textos sagrados, la gran mayoría inspiradoras conversaciones con deidades. 3. Por un trabajo espiritual, sadhana, que casi siempre suele consistir en una labor a realizar por indicación de los maestros espirituales que han alcanzado la verdad última, lo Real. Escribe Emilio J. Gómez.
Sin embargo, a lo Real no se puede llegar a través del esfuerzo personal. Esta es la reiterada paradoja que caracteriza la búsqueda espiritual, porque sin un esfuerzo por parte del individuo tampoco se puede conseguir, salvo escasas excepciones que se suelen atribuir al prarabhda karma, el karma acumulado en vidas pasadas. Así pues, ni con esfuerzo ni sin esfuerzo, he ahí la gran paradoja.
¿Qué es lo que sucede? Sucede que no se trata de algo que haya que conseguir. La mente oye hablar de “estados superiores”, de “iluminaciones” e “iluminados”, y el deseo de conseguirlo brota de forma espontánea, sumergiendo al individuo en un arduo camino en busca de lo que no se puede conseguir.
Lo Real no es algo a conseguir, simplemente sucede. Ocurre que un día el individuo se da cuenta y comprende por vía de experiencia que la consciencia nunca ha estado separada de la conciencia única que la mente, en su necesidad de catalogar, ha denominado superior.
Nada hay que conseguir porque ya está todo en el sí mismo. Ahora bien, hasta llegar a ese instante de sublime comprensión es necesario recorrer un largo periplo de búsqueda, de encuentros y desencuentros. He aquí la inevitable paradoja.
La paradoja
¿Cómo puede ser posible que por ir a ver a un ser supuestamente realizado uno vaya a tornarse consciente de su auténtica naturaleza? Si fuera así de fácil, la realización estaría al alcance de la mano de cualquiera y este mundo sería un paraíso lleno de seres luminosos.
En realidad, está mucho más cerca de la mano y es mucho más sencillo que fácil, pero aún no se ha comprendido porque, si se mira desde el ángulo adecuado, todos somos seres de luz, ya que luz es lo único que tiene existencia real en el universo.
¿Puede ser posible que por estudiar lecturas espirituales el velo de la mente se va a rasgar y la comprensión se instale en nuestro ser? Si fuera así, la mayor parte de los buscadores la habrían conseguido ya, y sin embargo aun continúan sumergidos en sus lecturas y estudios, intentando encontrar a través de la palabra la anhelada comprensión de lo incomprensible.
Quizás, con que hubiesen comprendido uno solo de tales libros les habría sido suficiente para obtener tal experiencia.
También, es posible que se suponga que por cantar mantras, asistir a kirtans o participar en bhajans pueda suceder. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, aunque… al mismo tiempo, nada más cercano a lo Real.
De nuevo la paradoja, pues en mitad de la devoción con que se recitan los mantras o se realizan las prácticas devocionales se encuentra la divinidad misma.
Tomarse en serio la sadhana es otro de los caminos a seguir, hasta el punto de llegar a la suposición de que por practicar a diario asanas, pranayama y meditación, o cualquier otro tipo de mudra, bandha o kriya se va a conseguir, pero no es así como sucede.
Ahora, más que nunca, hay que ser realistas. Si éste fuera el método, mucho de nosotros –profesores de yoga y alumnos– estaríamos ya realizados, y no es así.
Los riesgos
Es más, con todas estas prácticas incluso se incurre en el riesgo de conseguir el efecto contrario al deseado: alimentar al ego. Así pues, podemos encontrarnos con comentarios del tipo: “He conocido al maestro fulano y al mengano. ¡Oh! qué presencias tan maravillosas tenían!”.Y es posible que así fuera, pero ¿en qué ha cambiado la vida del visitante?
Mucho se sumergen en profundas lecturas y hacen alarde del saber libresco adquirido, pero sus vidas privadas continúan siendo un desastre. La armonía brilla por su ausencia, por muchos libros que se hayan leído o estudiado y por mucho que hablen de ello. ¿De qué les ha servido alimentar su centro intelectual?
Otros se someten a una intensa sadhana. De entre todos ellos, algunos quedarán tan fascinados por la espectacularidad de las asanas que, en vez de hacer de la sadhana un trabajo íntimo, terminan haciendo alarde de sus proezas ante los demás, alejando así el motivo que un día originó el inicio de tal sadhana: la búsqueda de la verdad.
Consciencia desarrollada
Entonces, cabe preguntarse: si nada de todo esto provoca el anhelado despertar de la consciencia, ¿qué es lo que hace que a algunos seres les haya sucedido?
Tal despertar de la consciencia sucede debido a un desarrollo paulatino y progresivo de la propia consciencia. Así pues, por ir a ver a sabios, leer libros sagrados, recitar mantras, practicar asanas, pranayama o meditación no va a suceder nada. Absolutamente nada.
Ahora bien, será la suma, el conjunto de tales actividades inspiradoras las que desarrollen la consciencia a través de una acumulación cada vez mayor de “darse cuenta” las que un día provoquen en el individuo el despertar a su auténtica naturaleza y que comprenda por experiencia directa que lo Real siempre ha estado presente.
El despertar sucede de repente, pero tal experiencia ha sido el fruto de un anhelo largamente alimentado y de una suave perseverancia que ha llevado al buscador desde los textos sagrados hasta la presencia de los maestros, pasando por un intenso trabajo físico y mental, poniendo así las condiciones idóneas para que suceda.
Continuemos caminando desde la serenidad, buscando sin cesar entre las presencias de los seres ya realizados, las lecturas inspiradoras y el compromiso con la práctica cotidiana un atisbo de lo Real. Sucederá sin lugar a dudas, pero hasta ese momento es nuestra responsabilidad mantener viva la llama del anhelo por la verdad.
Quién es
Emilio J. Gómez, profesor de yoga de la escuela de yoga Silencio Interior.
info@silenciointerior.net