Es uno de los profesores con una experiencia en la enseñanza del Yoga más dilatada e internacional, maestro de maestros. Aunque su modestia de yogui auténtico le impida presumir de ello y de lo impecable y coherente de su labor. Aboga por un colegio profesional que vertebrara unos estudios comunes para formadores. (En la foto, Enrique y Pilar)
Hizo estudios universitarios en Economía y Psicología. Profesor de Yoga en Montreal, Ginebra y Madrid, reconocido por la Asociación Española de Practicantes de Yoga, la Unión Europea de Yoga y la Yoga Vedanta Forest Academy. Desde 1980 es profesor y director del Centro de Yoga Yantra de Málaga.
Empezó muy joven, casi adolescente, a interesarse por el sentido de la vida, lee atraían las lecturas de filosofía, poesía, salud y espiritualidad. Un buen amigo de aquella época (Danilo Hernandez) llevaba un tiempo interesado por Oriente en general y por el Yoga y la India en particular. «Nos reuníamos, explorábamos y ahí empezó mi contacto con el Yoga. Encontré un sistema que aunaba todas las materias que me interesaban, desde como tener un cuerpo y unas relaciones más sanas, hasta la trascendencia misma, y todo eso dentro de una gran coherencia».
¿Cómo vives a día de hoy el Yoga, y cómo ha ido evolucionando tu vivencia y tu práctica?
Un yogui es aquel que se siente unido al movimiento de la vida. En el Yoga hay una parte de prácticas y una serie de actitudes que se retroalimentan mutuamente, y ambas son muy importantes. Desarrollar una actitud de acogida hacia Lo Que Es, es decir, el flujo mismo de la creación, nos permite una respuesta más genuina y participativa en la vida misma. Las prácticas de Yoga nos permiten acceder a un estado físico y vibracional de más armonía y consciencia para vivir ese encuentro.
Desde 1980 enseñas Yoga, y lo has enseñado en otros países europeos. ¿Cuáles son las cualidades que ha de tener un formador.
Mis primeras clases las impartí a principios de los años 70. Y me ha ayudado mucho viajar y enseñar en otros países.Para ser buen profesor y formador de profesores lo primordial es la experiencia de años y años de estudio y practica. Aquí no caben atajos. Hoy en día se ofrecen demasiados cursos de enseñanza comprimida y acelerada que van en contra de la misma esencia del Yoga. Un criterio que yo sigo es que una persona que no lleve un mínimo de cuatro años haciendo Yoga con un profesor cualificado no debería plantearse acceder a la docencia (salvo excepciones, que siempre las hay); es un tiempo adecuado para que la motivación no sea puramente comercial o de importancia personal..
¿Qué principios o valores inspiran tus enseñanzas como profesor?
Para mí toda persona que accede al centro de Yoga es un alumno, no un cliente; viene a acercarse a la enseñanza y a la práctica para mejorar algún aspecto de su vida y es importante saber dónde se encuentra y dónde quiere ir. Desde el principio le hago conocer que el Yoga no es para competir (como el deporte, que yo respeto) ni para exhibirse. Si entiende esto, surgirá una relajación natural que hará que su práctica adquiera intimidad, escucha interior, apertura e investigación. Y todo esto junto con la constancia hace que el alumno experimente en profundidad el Yoga.
Al profesor le debe guiar la honestidad, no caer en la impostura, y el espiritu de servicio.
En la web de Yantra Yoga se dice de ti: «Su estilo integra una forma técnica precisa con un fondo de apertura y sencillez que facilita conectar con la enseñanza». ¿A qué se refiere? ¿Hay algo de oscurantismo o de elitismo en ciertos estilos de Yoga?
Como dijimos antes, el yogui se siente Uno con la creación, no se percibe separado sino hermanado con la vida. Es verdad que hoy día hay algunas tendencias en el Yoga que parecen fomentar en el alumno el desarrollo de unas habilidades o códigos que le hacen sentir “especial” o “escogido”. Si esto te hace percibirte alejado de los demás y de lo cotidiano, sería ir contra la esencia del Yoga.
¿Se puede prescindir de la tradición en la enseñanza del Yoga? ¿Tendría sentido hacerlo para «acercarse» más a la mentalidad del individuo actual?
El Yoga en sí mismo es atemporal. Aun siendo un sistema de recorrido milenario, bien es verdad que a Occidente ha llegado acompañado de estructuras religiosas y culturales que para un occidental deben ser solo un referente que hay que actualizar y trascender.
¿Qué opina de la calidad de la enseñanza del Yoga en España?
Creo que a nivel individual hay grandes y honestos profesores, pero a nivel colectivo echo en falta una federación o colegio profesional que, dejando los egos a un lado, supiese vertebrar unos estudios comunes que dotasen a las personas que quieren dedicarse a la enseñanza de unos sólidos estudios teóricos y prácticos que les hagan sentir bien preparados para ayudar a sus alumnos.
¿Qué debe una persona esperar del Yoga y qué no?
La práctica con constancia del Yoga siempre va armonizar nuestro cuerpo, corazón y mente. Pero nos encontraremos con alumnos que, por su problemática personal, también necesitarán otro tipo de apoyo, ya sea médico o psicológico.y el profesor debe de saber transmitir cuándo esto es necesario.
Como persona que ha estudiado economía, ¿qué opina de la situación actual y qué podemos hacer las personas normales para afrontarla?
Decía Buda que la persona ignorante, es decir. la que ignora su propio ser esencial y el de los demás, suele vivir en la dualidad apego-aversión, codicia-temor. Desde este patrón queremos poseer o dominar; esta es la mentalidad del ser humano antiguo. El ser humano nuevo sabe que todos somos en Uno y la armonía de los demás la vive como propia, es solidario y ecológico.
Tenemos que tener conciencia de que somos más los que padecemos la codicia sin fondo de unos pocos, y darnos cuenta de nuestra enorme fuerza si estamos unidos y actuando sin resentimientos ni revanchas hacer efectiva esa unidad y esa mayoría. Empecemos por ser lo más impecables posible con nosotros mismos y con todos nuestros ámbitos de relación, familiar, laboral, vecinal, global.