¿Qué es la fotografía contemplativa? Es aprender a limpiar la lente de nuestra mente. Lo explica Koncha Pinós-Pey.
Hoy está nevando. En un día como este en Reykjavik se pueden ver las luces rojas del tráfico en mitad de la noche, el tráfico de color amarillo ocre, o verde cuando se reflejan los protectores de nieve en el pavimento. Puedes ver las gotas de agua congeladas corriendo lentamente por la ventana o colgando de la barandilla de las casas. Puedes ver a una mamá que lleva a su hijo al colegio con un anorak verde brillante. Es posible que veas el cielo gris pálido, o un barco saliendo del puerto helado.
En el interior de la casa hay sombras suaves, colores apagados. Incluso puedo mirar a través de las gotas de la ventana de la sauna y ver el paisaje diferente por los cristales y las formas de las gotas de la nieve.
Las posibilidades de percepción en la vida son ilimitadas, y la visión clara de la mente es tan feliz como tú sientas. El arte es también ilimitado. La creatividad parece a veces como un regalo de las musas, como algo con los que algunos nacen o se las arreglan para tener. Pero ser un artista es algo accesible para todos. Todo surge de la naturaleza luminosa de la mente cuando estás abierto a la natural belleza del Universo. El arte no es algo que tenga que ser descubierto, no es algo que se desea o que se tiene. No es un recurso escaso que se acabe, ni se desgate con el uso. Las posibilidades creativas son infinitas. No es necesario ni siquiera tener fe en uno mismo; solo hay que experimentar y no apegarse al resultado.
Desgraciadamente, la mayor parte de nuestro día estamos lejos de ver claramente el potencial creativo de nuestro ser luminoso. En lugar de eso, nos quedamos atrapados en las cáscaras del diálogo interno y nos regodeamos en emotividades perturbadoras. Inmersos en pensamiento, en sueños, en proyecciones, fabricamos versiones personales del mundo y moramos en sueños como gusanos de seda en capullos de ilusión.
En lugar de apreciar las gotas del rocío helado y experimentarlas como son, soñamos con el rocío tropical en algún país misterioso. Nos machacamos diciéndonos: “No nos gusta este tiempo, ahora tendré que coger el coche”. No somos conscientes de esas corrientes de pensamiento, y es fácil que nos dejemos atrapar por el flujo de las perturbaciones, sin distinguir lo que pensamos de lo que somos.
Reflejo de nuestro estado de ánimo
La fotografía puede ser utilizada para ayudar a distinguir lo real de lo imaginado, ya que la cámara registra solo lo que vemos. No registra las perturbaciones o fabricaciones de la mente. Nos fijamos en el mundo que vemos, y creemos que sabemos lo que es, pero cuando cogemos una cámara estamos condicionados a ver, a esperar qué sale en la pantalla. Tenemos que aprender a no forzar nuestras creencias.
La fotografía contemplativa implica pensar las imágenes, un proceso de reflexión que se basa en un campo más profundo de conciencia, diferente al que tenemos de ver las cosas ordinariamente. Observar cuidadosamente, estar presente con algo en un espacio. Ese espacio creado por los pensamientos normalmente oscurece nuestra mente luminosa y nuestra conciencia.
La subjetividad de la lente se utiliza como un espejo para reflejar nuestro estado de ánimo.
Lo vemos cuando ya hemos disparado el obturador… en realidad… sentíamos esto.
Disparaste, imaginaste y captaste. Cuando una fotografía acaba reproduciendo fielmente lo que queríamos, hemos dado en el epicentro de la claridad de la mente. Cuando la percepción se oscurece por pensamientos negativos, por sombras o reflejos, es que estábamos distraídos y quizás estábamos imaginando que fotografiábamos, pero no lo hacíamos. Lo puedes saber al final por los resultados. Viendo claramente, tenemos imágenes claras y luminosas. Las fotos que no tienen visión profunda son penosas.
Aprender a meditar
¿Cómo puede la meditación ayudarte a tener imágenes luminosas? Cuando ves con claridad internamente podrías coger una cámara incluso siendo invidente y reproducir un buen resultado. Lo malo es simplemente una forma de agitación mental, una búsqueda egoíca de hacerse famoso. En su lugar te propongo que medites, viendo clara y nítidamente la creatividad de tu ser, y te conectes directamente; producirás imágenes que son equivalentes a lo que eres. Lo que resuena en tu interior no es más que la visión original que tiene eco en ti, y por tanto en la fotografía.
Creemos que las cosas son sólidas y duraderas, pero no duran más que un solo segundo. Y dentro del segundo hay muchos microsegundos. Nuestras experiencias están siempre en proceso de desintegración y transformación. Están en montaje. Como fotógrafos o artistas, conocemos muy bien este concepto. Estamos siempre trabajando con la luz, y la luz siempre esta cambiando. Los cambios de brillos, del día, de luminosidad, de color, de carácter, de textura. No solo el cambio de luz, sino cómo iluminamos cambia totalmente la escena. El arte está en los detalles.
Por extraño que nos parezca no es necesario aprender a hacer fotos para fotografiar; hay que aprender a meditar, para poder sentir cómo las fotos salen de los latidos de nuestro corazón. El arte es a menudo inaccesible porque está oculto detrás de nuestros miedos, de nuestra preocupación o resentimiento. El sol siembre brilla, incluso en el polo norte. El arte surge del estado natural de la mente creativa. Ese es el punto de la fotografía contemplativa; no es necesario aprender a hacer fotos, hay que aprender a limpiar la lente.
Cambiar tus fotos y cambiarás tu mundo.
Koncha Pinós-Pey