Esta es la historia de un cachorro de rottweiler que siempre andaba enloquecido. Aunque también podría ser una explicación elemental de por qué necesitamos el Yoga.
A los hijos de unos amigos les iban a regalar, en estos días navideños, un cachorro de rottweiler, una raza de canes muy poderosos con un sistema nervioso muy «activado». Tres días antes, me lo dejaron en casa para esperar que llegara el día 25 de diciembre y el cachorro se transformara en regalo de Papa Noel.
Naturalmente, el cachorrito era energía en estado puro. En 24 horas puso mi casa patas arriba. Solo entraba en calma cuando estaba en contacto con el calor de un cojín mullido que quizás le recordara al de su madre.
Se lo comenté a otro amigo, especialista en psicología animal (un campo en el que los conocimientos están evolucionando y superando el tradicional conductismo puro y duro), y me aconsejó lo siguiente: «Los animales también necesitan tener una zona de calma en la que refugiarse, como los bebés, como todos nosotros. Si un cachorro crece en una casa con tres niños y dos adultos, en la que siempre hay actividad, gente entrando y saliendo, juegos constantes, instrucciones de unos y de otros, estímulos tras estímulos, el perrito empezará a desequilibrarse y a generar hábitos neuróticos. Por eso hay que enseñarle, desde los primeros días en casa, a que tenga un lugar de calma en el que esté solo y pueda tranquilizarse. Una zona a la que acudir cuando su mente está sobrestimulada y necesita desconexión y paz. De hecho, hay instructores que les enseñan a adquirir ese hábito si los amos del animal no saben o no pueden hacerlo».
En estos días navideños propicios a hacer regalos, puedes regalar un perrito (mejor adoptar uno de los muchos que compran como juguetes y luego abandonan) u otras muchas cosas. Pero también puedes regalar una zona de calma a tus seres queridos: Yoga. Por ejemplo, un abono trimestral, una clase de prueba o un mes de clases. O, simplemente, regala la idea de practicar Yoga para crear ese refugio de paz que tanto necesitamos. Tus seres queridos te lo agradecerán siempre.
Ah, y no te pierdas lo que aconseja a la persona que se inicia en el Yoga Pablo Blanc en la entrevista que verás en estas páginas, porque describe ese espacio de calma mucho mejor que yo. Aconseja «que no tenga prisa y que se tome su momento de práctica, independientemente de cuál sea esta práctica, como un espacio para elevar su nivel de conciencia, un espacio para conocerse, para respetarse, para escucharse y para aprender de sí mismo, y que todo lo que vaya asimilando durante su práctica poco a poco pueda expresarlo en su vida cotidiana».
Eso es Yoga.
Pepa Castro