Hay un libro muy valioso para todo meditador. No enseña un método, sino «la postura» por excelencia. El autor es Will Johnson, y el título: La postura meditación. En él se contienen las claves de la conocida frase: la postura es el Maestro.
Este librito (editorial Herder) nos enseña a sacar partido a tres componentes de la postura: la alineación, la relajación y la elasticidad. Hay un párrafo lleno de significación que hoy os queremos transmitir.
El autor compara la postura de meditación con un koan, que sería éste: «Sentado o de pie, entregue todo el peso del cuerpo a la gravedad y al mismo tiempo manténgase tan erguido como sea posible»·
La exploración de este koan -continúa explicando el autor- va mucho más allá del logro de una postura estable. A diferencia de los materiales inanimados empleados en la construcción de edificios de gran altura, los tejidos y las células del cuerpo humano están animados por una fuerza vital que añade un elemento extraordinariamente dinámico. Si bien esta fuerza interior se halla siempre presente, su expresión plena está adormecida o contenida en la mayor parte de los seres humanos. Si un cuerpo humano consigue equilibrarse, puede empezar a liberar esa fuerza.
A medida que un cuerpo equilibrado entrega su peso a la gravedad, esa fuerza se activa y el cuerpo puede empezar de modo gradual y espontáneo a sentir que se alarga y estira suavemente hacia arriba y hacia afuera. En el ciclo biológico de la planta esta fuerza se encarga de atraer su cuerpo hacia arriba en dirección al cielo. En los seres humanos ésta se puede sentir como una fuerza de extensión e irradiación. Cuando los místicos dicen sentirse alzados o acercados a Dios, se debe a la activación de esta fuerza corporal interior.
Llegar a esta experiencia supone resolver la aparente contradicción que el koan plantea y empezar a apreciar la profunda sabiduría encarnada en la postura de meditación.