La práctica de este mudra durante la meditación atrae serenidad y apoyo en tu vida cuando lo necesitas. A fin de obtener esta ayuda, debes estar abierto a ella y ofrecerte.
Las manos descansan como si fueran cuencos vacíos sobre los muslos. Los dedos están relajados y juntos, y los pulgares pegados al borde exterior de los índices.
Es la actitud abierta y de aceptación. ¿Qué riquezas nos tienen preparadas la vida y el universo? Cuántas veces ni siquiera nos damos cuenta de ellas, y pasan de largo o estamos cerrados, tanto por dentro como por fuera.
Con cuánta frecuencia no percibimos las delicadas señales del universo y sólo volvemos al camino correcto por un golpe del destino. Todo esto nos lo podríamos ahorrar si tuviéramos una actitud abierta. El motivo por el que nos cerramos es, además de la indiferencia, el miedo. Ahora bien, no debemos olvidar que lo malo no puede penetrar en nosotros, ni hacernos nada si procuramos mantener un corazón limpio, esto es una ley cósmica. Sólo podemos atraer aquello que también está en nosotros. Por eso es tan importante la higiene anímico-mental. Pocas veces evitaremos que de vez en cuando broten en nosotros emociones negativas, pero siempre podemos trabajarlas y transformarlas. Forma parte de nuestro proceso de crecimiento.
El Pushpaputa Mudra hace que se manifieste esta actitud abierta. Sólo con las manos abiertas enriqueceremos el mundo y sólo con una mente y un alma abiertas la Conciencia Cósmica podrá obsequiarnos.
Las dos manos son como flores abiertas; imagina sobre tu cabeza otra flor. Durante la inspiración llegan procedentes del cosmos rayos dorados que encarnan el amor, el calor, la alegría y la paz, y que fluyen a tu interior a través de las flores abiertas. Déjate llenar por ellos (contén un momento la respiración) y durante la espiración irradia toda esa riqueza al mundo a través de su corazón.