El centro energético del corazón es considerado el lugar de manifestación de nuestra verdad interior, de la fuente inagotable de belleza interior y bondad que también llamamos Amor. Escribe Nale Parada.
El equilibrio que representa la Vía del Medio o Vía de la Sabiduría supone una integración de las fuerzas opuestas/complementarias. Es muy interesante observar de manera psicofísica que cuanto más sutil, equilibrada y profundamente nos enraizamos en la tierra, con más fuerza nos impulsamos hacia el cielo. Si extrapolamos dicha experiencia, podemos observar que cuanto más aceptamos nuestra naturaleza, más podemos trascenderla. Del mismo modo que cuanto más nos autoconocemos, menos nos identificamos.
Es más, desde la consciencia experiencial de la finitud de la vida bajo nuestros pies y la inmensidad del Universo sobre nuestra cabeza -Kant decía: «la ley moral bajo mis pies y el Universo sobre mi cabeza»-, podemos comprender que el Cakra del corazón o Anahata, es el centro energético en el que se reconcilian las fuerzas ascendentes y descendentes. Hay una paz reconfortante y plena al sentir la Tierra y el Cielo desde el corazón.
Aceptación-Amor-Comprensión podrían hacer alusión a la experiencia de “comprensión del corazón”. Desde la aceptación de nuestra naturaleza humana y la sabiduría que ha ido desarrollando nuestra consciencia, permitimos que la vida nos abra profundamente el corazón, transformándonos.
El centro energético del corazón es considerado el lugar de manifestación de nuestra Verdad interior, de la fuente inagotable de belleza interior y bondad que también llamamos Amor. En el transcurso de la vida vivida plenamente, esa verdad interior, ese amor bondadoso e incondicional, esencia humana, es retado y puesto a prueba constantemente. En este mundo nos encontramos con el sufrimiento inevitable de la vida y con la ignorancia.
Para los maestros de sabiduría, el Amor-Compasión es un estado de sabiduría y comprensión. Así se concilian y reconcilian el autoconocimiento de nuestra naturaleza humana-la noche oscura del alma-, y la Consciencia de la sabiduría Universal. Ha habido grandes debates filosóficos-religiosos y continúa habiéndolos entorno a esta confluencia. Aunque, a veces, la deliberación parece omitir precisamente el centro del corazón, convirtiéndose en un debate entre la naturaleza instintiva-emocional y la mente racional.
Comprender desde el corazón
Muchas de estas reflexiones olvidan que los grandes mapas filosóficos, la ampliación de la comprensión y la consciencia que inspira la auténtica filosofía, suponen el autoconocimiento a través de la experiencia de los diferentes aspectos de la naturaleza humana. Es más, el gran reto para el Amor transformador capaz de integrar y acoger todo es la aceptación del contexto de la ignorancia y de todos los mecanismos de propagación cultural-experiencial.
Quizá sea interesante recordar que los humanos aprendemos sobre todo por aprendizaje vicario (imitación) y por ensayo-error. Somos empáticos, simpáticos, compasivos (sufrimos con) y tremendamente susceptibles al contagio emocional. No creo necesarias palabras que aludan a nuestras ausencias y dificultades en el desarrollo de nuestra independencia interior y “soberanía”. Sin duda, aprendemos a través de las transformaciones que suceden al superar un conflicto, y la auténtica comprensión requiere la disposición y el valor de afrontar un corazón desgarrado y abierto, dispuesto a abrirse más, sin miedo. Desde allí, comprendemos desde el Corazón.
Cuando tenemos que aceptar el dolor que nos genera la propia ignorancia o la ignorancia de alguien que amamos profundamente, comprendemos desde el corazón el dolor de la ignorancia. Llegamos, incluso, a poder comprender que la ignorancia forma parte de ciertos procesos de aprendizaje. Una vez alguien planteó que muchos sabios tuvieron “problemas” con familiares cercanos u allegados. -“Ellos no eran responsables de la sabiduría de los que amaban”-. El mismo Sócrates atribuía gran parte de su sabiduría al mal carácter de su esposa, pero nunca la cambió a ella ni ella dejó de ser un problema. En fin, no somos responsables de la ignorancia de los que amamos, pero no hay nada como el amor para sufrir por la ignorancia y comprender. Comprender que no hay bondad válida que no sea comprendida y que, a veces, para lograr dicha comprensión, hay que equivocarse, asumir las consecuencias del error y transformarse.
Cuidaos de lo que os quite libertad
Creo que Vivekananda expresa en este texto por qué el buenismo o el dogmatismo no tienen nada que ver con lo filosófico, señalando hacia la necesaria comprensión experiencial de la vía de la sabiduría:«Todo intento de control que no es voluntario, que no proviene del control de la propia mente, no sólo es desastroso sino que es la negación del fin perseguido. La meta de cada alma individual es libertad, soberanía; libertad de la esclavitud a la materia y pensamiento, y dominio de la naturaleza externa e interna.(…) alejaos de todo aquel, por grande y bueno que pueda ser, que os pida creer ciegamente. (…) Es más saludable para el individuo o la raza seguir siendo malvado que aparecer como bueno por medio de tales mórbidos controles extraños a sí mismo. Hasta el ánimo se llega a abatir al pensar en el enorme daño hecho a la humanidad por esos irresponsables (…) ellos se congratulan de su maravilloso poder de transformar el corazón humano, poder que creen se les ha otorgado algún ser desde los cielos, lo que hacen es sembrar la simiente de futura decadencia, crimen, insania o muerte. Por lo tanto, cuidaos de toda cosa que os quite la libertad. Sabed que es peligrosa y evitadla por todos los medios a vuestro alcance.»
Si no hemos enraizado, carecemos de autonomía, buscamos siempre fuera, dependemos de otros o de la idolatría en sí misma cómo necesidad. No somos conscientes -hablo de experiencia y no de conceptos- de que nuestra vida sólo la vivimos nosotros, sólo la morimos nosotros y sólo aprendemos de nosotros mismos. Aunque desde allí acabemos comprendiendo que aprendemos sobre la naturaleza humana y que el “mundo es una manifestación de mí y yo soy una manifestación del mundo”. Interpretamos y construimos realidad para poder ver que todas nuestras heridas son expectativas frustradas y que su transformación nos posibilita la ampliación de la comprensión de lo que Es, siendo.
El sutra 31 del libro III de Yoga Sutras de Patanjali dice:“Practicad samyama sobre la región del pecho, la investigación de las sensaciones que allí se sienten en diferentes estados físicos y psíquicos procura los medios para permanecer estable y tranquilo, incluso en situaciones de gran tensión”.
El gñana indriya u órgano de percepción de Anahata es el tacto, la piel. Ese dejarnos acariciar por todas las manifestaciones de belleza del ser humano y dejarnos tocar por el sufrimiento y la ignorancia.
Los budistas relacionan Metta, el centro del corazón, con la energía de la Madre sabia que amando incondicionalmente comprende. Y no hay peor dolor para la sabiduría de las madres que el sufrimiento que genera la ignorancia de sus hijos… Si la inteligencia propia del Corazón es la Compasión entendida como el encuentro del amor bondadoso con el sufrimiento inevitable de la vida, aquí es cuando la ignorancia humana es la “inevitabilidad” más difícil de afrontar. Especialmente para el que ama. Y ese reto o dificultad es capaz de cambiar el calibre del entendimiento del corazón. Y es que la Compasión es sobre todo un estado de “comprensión” más que de manifestación/apariencia. Ya San Agustín decía en este hermoso poema:
“Ama y haz lo que quieras
Si callas, callarás con amor,
si gritas, gritarás con amor,
si corriges, corregirás con amor,
si perdonas, perdonarás con amor.
Si está dentro de ti
la raíz del amor,
ninguna otra cosa sino el bien
podrá salir de tal raíz.”.
Nale Parada. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Acharya de yoga formada en diversas escuelas, lleva más de veinte años en el mundo del yoga y su enseñanza. Directora de la Formación de Profesores de Yoga de la Asoc. de Yoga y Filosofia.