El Yoga es una experiencia profunda del «sí mismo» que somos, a través de la condición humana que tenemos. Comentarios actuales a la fórmula Yug Yoga Yoghismo, como matesis de psicología experiencial, del Dr. Serge Raynaud. Escriben Numen y A. Damián.
Nos cuenta la Tradición Occidental que los antiguos griegos cuestionaban al candidato a los misterios de Eleusis con el imperativo apotegma: “Gnoti tou aftosum, etsi gnorises ta thea mas” (en traducción libre: conócete a ti mismo, así conocerás a los dioses). Todas las líneas de saber tradicional y trascendental, de una manera o de otra, han insistido en lo mismo: la condición humana entraña un misterio, y es importante desvelarlo.
Mi Maestro José Marcelli Noli, ante la pregunta coloquial “¿qué es el Yoga?”, respondió: “el Yoga es la experiencia profunda y consciente de sí mismo”. Una respuesta que suena muy bien y es paradigmática, y además nos hace “entrever” o sospechar la imperativa necesidad de trascendernos a nosotros mismos. Pero con el tiempo y un poco de observación me he ido dando cuenta de que a muchos esta observación no nos ha “desvelado” el misterio… ¡aún! Habrá que seguir experimentando con la multiplicidad de juegos propios del camino de la trascendencia, y entonces ver qué pasa. ¡La vida no ha dejado de ser una gran aventura!
Es fácil asociar el mandato antiguo del ¡conócete a ti mismo! con la afirmación más reciente del Yoga como experiencia profunda de sí mismo. Lo que nos plantea, en la época de la “globalización” de la información, alguna que otra dificultad de “orden técnico”, a la hora de resolver eso de conocernos a nosotros mismos a través de la experiencia “profunda” del «sí mismo» que somos, con la condición humana que tenemos.
Y el intentar resolver “el místerio” es lo que me ha llevado al encuentro del Yoga como tecnología para la trascendencia, o del Yoga como estilo de vida: Yoghismo (escrito con h intercalada), que aspira a una síntesis en el desarrollo de la conciencia. O, más explícitamente aún, el Yoga como ciencia para la realización a través de la condición humana que tenemos, y así llegar al Yug.
Me cautivó el ir profundizando paso a paso en el Yug Yoga Yoghismo como una matesis de psicología experiencial y transpersonal a través de un método muy sugerente, pero no concluyente, como insistió el Dr. Serge Raynaud en la obra del mismo nombre, al decir que la última palabra sobre Yoga no está aun dicha.
Yoga en los tiempos actuales
En el momento presente, y muy de acuerdo con la tonalidad de los tiempos, hay un alud informativo acerca de Yoga, y cada vez asistimos al nacimiento de un estilo más de «yoga», escrito así con minúsculas, ya que me refiero a ese yoga que no es más que un conjunto de técnicas psico-fisio-corporales, sin mínima aspiración de trascendencia. Como llamaría D. Ramiro Calle, un «yoguismo», así en minúsculas, superficial, que habría perdido la esencia (muy bien simbolizada por una importante letra, la h , muda y silente, que apunta a lo trascendente en muchas lenguas y culturas).
Ahora bien, una de las primeras “dificultades técnicas” encontradas fue el definir satisfactoriamente y para uso interno el término trascendencia. Lo que uno llega a leer y a escuchar sobre lo que es “trascendencia” es muy complicado para el día a día de una vida común y corriente, con horarios de trabajo, comidas, compromisos e hipoteca bancaria… Para después de muchas idas vueltas y revueltas encontrarme con la experiencia interna que me muestra que trascendencia no es más que ir más allá de donde ahora estoy, buscando siempre la identidad profunda del “sí mismo” y teniendo “la felicidad” como sintomatología de que el camino se está recorriendo adecuadamente.
Otra “dificultad técnica” que me encontré fue y sigue siendo que con la eclosión del yoga también ha habido una eclosión de “Yoga charyas” (profesores de Yoga) que sin ser yoguis ¡estamos enseñando Yoga!
Los hay que respetamos las reglas mínimas del Yama y el Niyama, y los hay que fuman, comen carne, y hasta a alguno he conocido con gusto por el “cocktail acuariano”, una singular mezcla de yoga, ideas new age y drogas. Como dicen los abuelos, ¡para que el mundo sea mundo, tiene que tener de todo!
El profesor honesto de Yoga cumple una noble misión de difusión de un método tradicional para mejorar la condición humana en la búsqueda de la trascendencia, y tiene de partida una contradicción a resolver, dicho metafóricamente: es un analfabeto enseñando a leer y a escribir.
Sobre cualquier cosa de la que tengamos elaboradas “teorías”, tenemos que elaborar realizaciones; si no es así, nada cambiará. Estoy hablando de que el camino es escalonado, progresivo, gradual (¿Graal?, ¿Grial?), y tanto al profesor de Yoga como al alumno de ese profesor les es importante tenerlo muy claro: todo en la vida avanza por pasos sucesivos, sin saltos extraños, sin sublimes evasiones a un “más allá” sin haber realizado ninguna “maestría” en el “más acá” de la vida cotidiana.
Colocarle como “meta” a nuestra práctica de Yoga alcanzar la Iluminación está muy bien, y suena hasta muy elegante decir: “practico Yoga para iluminarme”, o “practico Yoga para saber quién soy”, o “practico Yoga para tener una experiencia profunda de mí mismo”. Pero es entonces cuando los “problemas técnicos” se nos multiplican exponencialmente: ¿Cómo puedo controlar yo hasta qué nivel me he iluminado?, ¿Cómo puedo cerciorarme de cuánto sé sobre quién soy?, ¿Cuánta experiencia profunda de mí mismo he alcanzado?
Llega un incómodo momento en que es muy difícil distinguir entre lo realizado y aquello que yo fantaseo sobre mí mismo; corremos el riesgo de entrar en una nueva forma de autoengaño, un poco más sofisticada que las anteriores… Tiempos nuevos, trampas nuevas.
Siendo un tanto taxativo, creo que esta problemática se resuelve de una forma tradicional, siendo discípulo de un maestro que ya haya dado testimonio viviente de que ha recorrido el sendero, y entonces nos puede asesorar sobre cómo tomar o entrar en nuestro sendero de realización.
Dice la expresión tradicional: “Cuando el discípulo está preparado, aparece el Maestro”. Y esto también hay que despojarlo de fantasías.
El Maestro es ese personaje “mítico” pero muy real, que en el Oriente han dado en llamar Gurú, el que disipa las tinieblas de la consciencia, y que en la forma occidental se llamó Hierofante, es decir, un «luz fuerte” (del griego hieró fania) que por ese mismo hecho puede ayudarnos a iluminar nuestra consciencia. Aparece cuando el discípulo está preparado, por un logro personal de trabajo de la propia consciencia.
Para que el yoga charya honesto sea eficiente, provechoso, y resuelva su propia contradicción de ser “un analfabeto enseñando a leer y a escribir”, debe de cumplir unos mínimos: él mismo debería estar “transitando” el sendero con el cumplimiento de las reglas tradicionales y ser a su vez discípulo de un maestro de un linaje o línea tradicional. Y debería “modificar” las expectativas para hacerlas menos especulativas y más enmarcadas en una realidad fácilmente comprobable, exenta de fantasías de muy difícil comprobación.
De momento (y por razones metodológicas), habría que dejar la “iluminación”, para un poco más adelante. El yoga tradicional propone para los principiantes (aquellos que están a cargo de un profesor), algunas metas muy simples y fácilmente comprobables por uno mismo a través de nuestras relaciones humanas y el modo como nos sentimos con nosotros mismos.
Metas básicas
- Abhaya: Libre de miedo para no hacerse daño a sí mismo.
- Akrodha: Libre de ira y rencor para no generar inarmonía en nuestro entorno y sobre nosotros mismos.
- Ahimsa: Libre de violencia interna y externa para no hacer daño al natural fluir de la vida, y comenzar a “abrirnos” a otras posibilidades que nos permitan más eficientemente trascendernos a nosotros mismos.
El alcanzar estas tres metas “provisionales”, como preludio de “cosas mayores”, requiere de una metodología o “ascesis” (es decir: reglas, orden, ritmo) y esa ascesis tiene también tres pasos, a saber:
- Tapas: Es la ejercitación y el esfuerzo continuado en una línea de conducta que nos permita tener resultados fácilmente comprobables por nosotros mismos.
- Abhyasa: Direccionalidad; debes tener clara una intención, una dirección en la cual encaminar tus esfuerzos; el que no sabe a dónde va, siempre llega a otra parte.
- Vairagyasa: Abrirse al cambio sin colocarle excesivos condicionamientos; es abrirnos a nosotros mismos las puertas de la cárcel y comenzar a experimentar el ser libres.
Esta metodología o ascesis se ayuda o se apoya en tres grandes técnicas que nos permiten saber cómo, cuándo y de qué manera. Y estas son:
- Yama: lo que debes de “excluir”, en el sentido de erradicar de tus costumbres de vida;
- Niyama: aquello que “quitamos” de nuestra vida según el Yama puede que deje “vacíos existenciales” con los que será muy incomodo o doloroso vivir; entonces lo “vacío” lo debemos de llenar con un “algo” nuevo, son elementos a adquirir en el sentido de “incorporar” a nuestra forma de pensar, sentir y actuar; todo esto debe de ser armónicamente “incrustado” en nuestra realidad física, emocional y mental, para que pueda entonces tener repercusiones en nuestro devenir espiritual. Y esto través se consigue a través de:
- Âsana: con su doble significado de postura y compostura; la postura es “algo” que se hace con el cuerpo, la compostura es “algo” que se hace con el alma.
Hasta aquí un esquema muy simple que nos otorga una certidumbre sobre si nuestro yoga nos está permitiendo avanzar. Pero la mentalidad occidental es proactiva y muy interesada en los resultados. Paciencia, tendremos que seguir conversando sobre los estadios superiores por los que va cruzando el proceso de yoga para ir más allá de nosotros mismos y así trascendernos en un Yug iluminado. El Yug Yoga Yoghismo como matesis de psicología, tal como lo concibe el Dr. Serge Raynaud de la Ferriére, tiene diversas escalas que deben abordarse con método paciente, riguroso y progresivo. Como se dice coloquialmente, para no empezar la casa por el tejado.
Numen y A. Damián. Colegio Internacional de profesores de Yug Yoga Yoghismo. Escuela Yug Yoga de la RedGFU.
Estas experiencias podemos seguir dialogándolas en el Encuentro abierto de Yoga en el Ashram del bosque de San Martin de Valdeiglesias los días 23, 24 y 25 de junio.
Más información en el enlace http://yugyogaredgfuesp.weebly.com
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