Las drogas y el yoga, historias y realidad/ 1ª parte

2015-12-10

Si me dieran una pastilla que me otorgara todos los siddhis (logros espirituales), la rechazaría. Y si me ofrecieran una pastilla (roja o azul) para llegar al samadhi, diría: “No, gracias”. Escribe Joaquín G. Weil.

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“Los siddhis pueden alcanzarse mediante el buen karma de nacimiento, el uso de drogas, la repetición de mantras, el ardor en la práctica o el samadhi (la concentración o unión completa)”. Yoga Sutra de Patanjali (4.1)

Suelo advertir cuando imparto clases de yoga, sobre todo cuando las personas se desesperan ante las dificultades, que si nos dieran una pastilla que nos condujera de inmediato al éxito en la práctica, luz mental, paz emocional, energía, equilibrio, etc. esa pastilla no nos serviría de mucho. Es como comparar la escalada a una montaña con una paseo en helicóptero sobre la cima. No es lo mismo.

Hay una parte de los Yogasutras de Patanjali con la que no concuerdo en absoluto. Y es la parte de los siddhis, los supuestos logros espirituales. Me parece una caída en barrena desde el tono general del escrito. Los siddhis son un caramelo para niños, una vulgarización, la promesa de un político en época electoral. Cuántas veces habrá que repetir que logros espirituales o los “poderes mentales”, por un lado, y evolución espiritual, por otro, son dos cosas completamente diferentes, incluso en ocasiones hasta opuestas.

Pero por ahí sigue habiendo quienes pretenden realizar portentos para demostrar que son santos o que tienen razón en todo lo que se les pase por la cabeza. El Dr. Phulgenda Sinha en su Yoga Sutra of Patanjali with a History of its Textual Distortion dice que ese tan venerado libro de Patanjali, tal como lo conocemos hoy en día, puede estar trufado de añadidos espurios.

Precisamente la salsa de la vida es todo el proceso de superación de dificultades. Igual que la gracia del Everest es la escalada hacia la cima, no el paseo en helicóptero por lo alto, por más que sea facilón y cómodo. Lo que pasa es que en un momento dado de la historia se dio la opción. Igual si se diera en un momento dado la opción de ahorrarse la hazaña de la escalada, la aventura de la evolución personal a través de la práctica del yoga y la meditación… con tan sólo una pastilla o bebedizo…

En yoga y meditación un milímetro es más que un metro, porque la mente afina (como el nombre indica) hacia lo fino, lo sutil, lo pequeño. Por eso el helicóptero de la química o del herbolario no nos puede llevar hasta la cima de nuestra evolución como personas. No nos puede ayudar en eso.

También sucedió que la Editorial Kairós me envió el libro reciente sobre Claudio Naranjo La vida y sus enseñanzas, donde habla (en entrevista con Javier Esteban), entre otras muchas cosas, de las indagaciones y experiencias de este destacado psiquiatra con diversas substancias ampliadoras de conciencia. Claudio Naranjo ha tenido como empeño, desde el principio de su andadura, el tender puentes entre las tradiciones psicofísicas de Oriente y la nueva psicoterapia de Occidente. En lo personal Naranjo, destacado pionero de la psicodelia, dejó de experimentar con las sustancias enteogénicas que había conocido en los años 60 del pasado siglo y en la actualidad sólo bebe ayahuasca una vez al año, que debe ser como como el brindis con cava o sidra en las cenas navideñas.

Pero el ayahuasca no es una broma, sino un cocimiento de plantas sinergéticas, que no admite de ningún modo el uso curioso o lúdico, sino sólo ritual, tal vez como el propio soma del Rig Veda. Quizás con una química parecida… Por eso quiero en esta reflexión atar ambos cabos del razonamiento…

Como dice el propio Claudio Naranjo: “No todo puede ser una fiesta en esta vida”.

En principio pueden establecerse dos categorías de sustancias psicotrópicas: las que nublan la conciencia y la memoria mediante el adormecimiento o la euforia, y las que, por el contrario, supuestamente la amplían. Hablemos primero del primer tipo: las entorpecientes.

Hace pocas semanas, un joven practicante de yoga me preguntó sobre la compatibilidad o la incompatibilidad del uso de psicotrópicos (se refería a los ilegales) con la práctica del yoga. Pero “legal” o “ilegal” como es lógico no altera la esencia de la cosa, sino que es un añadido que las autoridades estampan sobre un determinado compuesto químico o planta. También de pasada otros alumnos me hablan de que consumen químicas del alma recetadas por sus médicos. Un fenómeno demasiado frecuente.

Muletas para la mente

La humanidad ha desarrollado numerosos avances, entre los cuales escasamente se puede computar el hecho de que las personas, de manera harto extendida, consuman estas muletas de la mente para poder, no escalar montañas del espíritu o arrostrar desafíos inmensos, sino sencillamente para sobrellevar el día a día.

Legales o ilegales, el asunto es que si la substancia adormece o nubla la conciencia está claramente en contra del sentido de la práctica del yoga y la meditación, que es despertarnos hacia la atención, la concentración y la claridad mental. Entiendo que algunas personas consideren que en determinados momentos de sus vidas las necesitan. Pero de manera inevitable llega un día en que, si quieren proseguir en su evolución personal, tengan que transitar en la otra dirección, por la vía hacia la conciencia.

En este punto señalar una diferencia axial entre la manera que la medicina de aquí y el ayurveda de allá tienen de tratar la agitación, la depresión o el trastorno mental. La medicina alopática los trata mediante químicas que inducen a la sedación o el adormecimiento, remedios tamásicos, que se diría en sánscrito. Por su parte el ayurveda, la medicina tradicional india, lo que procura es la energización de la mente.

La mente necesita no adormecerse sino ganar suficiente fuerza para sacudirse la confusión que la nubla. Con las así llamadas “drogas lúdicas”, sean legales como el alcohol y el tabaco o ilegales como el cáñamo, ocurre otro tanto. El relajo que procuran es tamásico, un velo, una modorra que no quita sino que tapa la confusión y la tensión preexistente, en ocasiones acompañado por cierta euforia (rajásica) previa, prestada (no regalada) por su química.

En Occidente con demasiada frecuencia se asocia el divertimento con el aturdimiento o la inconsciencia. Como es lógico, todo esto guarda relación con el principio yóguico de saucha.

Calculo que les pasará a más personas: en numerosas ocasiones que escucho o leo a alguien hablar sobre los yamas y niyamas, me da la sensación de estar oyendo a un monaguillo o a un cura párroco.

Dudoso es que la ingestión o el humo del cáñamo pueda ensuciar más el cuerpo que el contenido de un paquete de snacks, los cuales, leyendo el largo listado de los ingredientes, da la impresión de que no les han puesto más aditivos químicos porque ya no les cabían en el sobre. En un paquete de supuestas patatas fritas contabilicé hasta seis tipos de azúcares y edulcorantes artificiales diferentes, eso sin contar varios potenciadores de sabor y colorantes. Qué mal deben estar las mentes de los fabricantes… casi peor que los cuerpos de los consumidores habituales de sus productos.

Más dañino que los cancerígenos aditivos de los snacks o de las bebidas carbonatadas (de aspartamo hasta arriba), son los venenos de la mente: miedos, fanatismos y santurronerías.

Y todavía, profundizando más en la lectura, saucha no sólo se refiere a la limpieza del cuerpo o de la mente, sino sobre todo a la limpieza del cuerpo energético, en relación con el cuerpo mental y el físico. Voy a poner un ejemplo práctico: el Kunjal Kriya. No sólo es relativo a la limpieza de estómago mediante la ingestión y arrojo de agua, sino a la limpieza energética. Esa fue la lectura y el uso que le daba el psicoterapeuta americano Alexander Lowen, creador de la bioenergética, con evidentes inspiraciones yóguicas. A decir de él mismo, Lowen la practicaba todos los días. Por cierto, el ayahuasca suele tener también un efecto emético semejante, además de otras plantas amazónicas como el piripri, usado en rituales de curación tradicionales (chamánicos), si bien sin efectos psicoactivos.

En este sentido saucha es la limpieza de tensiones físicas y todos los fenómenos emocionales y mentales que llevan aparejadas. Esta es una de las principales tareas purificadoras del yoga: limpiar el cuerpo de las tensiones que lo atenazan, así como la mente. Lo cual va a contracorriente del uso de cualquier tipo de droga euforizante o adormecedora.

(Este artículo continuará el próximo lunes)

 

Joaquin Garcia Weil (Foto: Vito Ruiz)Quién es

Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros. Más información: http://yogasala.blogspot.com https://www.facebook.com/yogasala.malaga