Después de un mes trabajando para una ONG en India, fui a estudiar yoga al ashram Swami Rama Sadhaka Grama, en Rishikesh. Allí hice un descubrimiento inesperado y formidable: que la ciencia puede realmente encontrarse con el yoga. Escribe Sara Cogliati, yoguini y bióloga.
“[Yoga] es una disciplina sistemática y científica que no impone una fe incuestionable, sino que alienta el sano discernimiento. Sus prácticas se prescriben junto a la descripción detallada de sus efectos beneficiosos, así que el radja yoga puede ser verificado científicamente por cualquier persona que quiera someter sus métodos a la propia experiencia. Por ello es especialmente indicado para estos tiempos modernos en los que el escepticismo es casi una religión”. Con estas palabras Swami Rama describió el sistema yoga.»
Estas palabras de Swami Rama, leídas en su libro The royal path. Practical lessons on yoga (El camino real. Lecciones prácticas sobre yoga), me impactaron tanto que el pasado otoño decidí ir a Rishikesh para estudiar yoga según la Tradición Himalaya. Fue el comienzo de una temporada llena de sorpresas, encuentros y descubrimientos que han marcado fuertemente mi camino yógico.
Swami Rama naciò en el 1925 en el norte de la India y educó en la sabiduría de la Tradición Himalaya por el sabio Bengali Baba.Él le impulsó a enseñar yoga y filosofía oriental en Occidente, pidiéndole que demostrara científicamente los efectos de las prácticas espirituales. Así, Swami Rama empezó en los años sesenta a viajar por los países occidentales y a dedicar totalmente su vida a la confluencia entre la ciencia y la espiritualidad.
Después de graduarse en Medicina, trabajó como asistente médico en Londres y Moscú y en Estados Unidos participó en estudios médicos sobre el control del sistema nervioso autónomo. En Rishikesh fundó un ashram y un hospital (Himalayan Institute Hospital Trust HIHT) para el desarrollo de un programa de salud integral, sostenible y holístico.
Siguiendo esta estela de Swami Rama, ahora en el ashram Swami Rama Sadhaka Grama continúan investigando. Este ashram se fundó en el 2002 por Swami Veda Bharati, discípulo de Swami Rama. Guía espiritual del ashram, extraordinaria autoridad en los Yoga Sutras y Vedas, Swami Veda habla 17 idiomas, es un gran estudioso de muchas culturas y filosofías orientales y occidentales y fomenta la comunicación entre ciencia y espiritualidad. Dentro del ashram, en una casita rodeada de un maravilloso jardín de mangos y flores, está el Meditation Research Institute (Instituto de Investigaciones sobre la Meditación).
Mi experiencia en el laboratorio
Nada más llegar allí me surgió la pregunta: ¿Que hace un laboratorio de investigación en un ashram?
La respuesta me la dieron el Dr. Prabhu, jefe de proyectos, y Pravin Kumar, que esta completando su tesis de doctorado: “El yoga y la meditación son una ciencia válida por sí misma, pero su terminología y conceptos no son comprendidos con facilidad desde la sociedad moderna. La ciencia presenta el yoga de manera que la gente pueda comprenderlo. Estamos estudiando principalmente los efectos neurofisiológicos del yoga y de la meditación a partir de datos de electroencefalogramas, controlando parámetros cardiovasculares, respiratorios y musculares. Hay muchos proyectos en marcha, y el más importante es el seguimiento de Swami Veda durante sus cinco años de silencio. Solo este estudio nos dará importante información sobre los efectos físicos y psicológicos de un silencio prolongado. También vamos a empezar una investigación sobre los efectos de la meditación a nivel celular. Nuestros resultados se publican en cuatro revistas científicas internacionales y se ha completado una tesis de doctorado en colaboración con la Universidad de Toulouse”.
El laboratorio es muy activo porque está siempre monitorizando a meditadores durante sus sadhanas (el laboratorio necesita siempre meditadores voluntarios por sus estudios. Si alguien está interesado, puede contactar directamente con la secretaría del ashram).
“La ciencia está cada vez más interesada en la meditación y empieza a mirar con curiosidad conceptos yógicos como ‘consciencia’, sobre todo ahora que los descubrimientos de partículas pequeñas están abriendo nuevos escenarios -me comenta Pravin, un científico consciente de las limitaciones de la ciencia-. La ciencia revela sus limitaciones cuando el yoga habla de conceptos como prana, consciencia y karma. Tenemos que recordar que el yoga es una experiencia subjetiva, mientras que la ciencia se ocupa de la materia objetiva”.
Yo nunca habría imaginado que durante mi viaje a la India me iba a encontrar, en un ashram, con la ciencia y la investigación. He aprendido que la ciencia habla un lenguaje universal y que es un maravilloso instrumento para la mediación cultural entre dos sistemas tan diferentes pero enfocados en el conocimiento del ser humano. Esto es lo que la India puede regalar a quien quiere conocerla profundamente y vivirla sin miedos.
Sara Cogliati nació en Milán y trabaja ahora en Madrid, como bióloga en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares. Vive el yoga como una inspiración constante. Con este impulso estuvo dos meses en la India para dar clases de ciencia a niños de una ONG y para hacer una sadhana en el ashram de Swami Rama de la Tradición Himalaya.